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Estudios literarios.

lado lord Byron pintar personajes de diversa naturaleza, siempre los ha trazado faltos de originalidad é insulsos por extremo. Selim no es nada, ni Bonnivart, ni D. Juan en los dos primeros cantos, que son los mejores, no es otra cosa que una pálida copia del Paje en el Mariage de Figaro, y Johnson, el personaje que encuentra D. Juan en el mercado de esclavas, es un tipo incompleto y falso. Sir Walter Scott hubiera hecho de muy diverso modo para darnos idea de un buen inglés, de corazon intrépido en aquella situacion. El retrato hubiera estado saliéndose del cuadro.

No recordamos un solo personaje dramático que se halle dibujado con ménos soltura que el de Sardanápalo. El carácter de este principe, afeminado y heroico al propio tiempo; su desprecio á la muerte y su temor de verse forzado á llevar casco; su propósito de ser visto en la vanguardia del ejército, y el cuidado con que se atavía delante del espejo para presentarse á los ojos de todos luciendo sus galas y prendas personales; este conjunto de contrastes, mejor dicho, se halla expuesto con maestria, cen acerada sutileza, digna de Juvenal. Tanto es así, que la idea de este carácter parece haber sido sugerida por los siguientes versos que consagra Juvenal á Oton:

«Speculum civilis sarcina belli.
Nimirum summi ducis est occidere Galbam,
Et curare cutem summi constantia civis,
Bedriaci in campo spolium affectare Palati,
Et pressum in faciem digitis extendere panem.»

Estos versos indudablemente son muy buenos, y tienen su natural asiento en una sátira; pero un poeta dramático no debe trazar los caracteres con tanta aspereza y sequedad de antitesis. No es así