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Lord Byron.

demos recordar tan triste suceso sin sentir algo de lo que sintió la nacion inglesa al saber que la muerte habia segado una existencia tan llena de dolores y de fama; algo de lo que sintió la muchedumbre al ver cruzar las calles de Londres el carro fúnebre que llevaba sus despojos, y que éstos no tenian entrada en Westminster, bajo cuyas baldosas descansaban tantos otros grandes poetas. Recordamos que aquel dia no pudieron contener las lágrimas los moralistas, al pensar en el destino de quien, siendo muy jóven aún, se hizo tan famoso, y fué tan sin ventura, y se halló dotado de tan grandes cualidades, y se vió expuesto á tan grandes tentaciones. Inútil nos parece hacer en órden á este punto consideracion alguna, porque es una historia la de Byron que lleva en sí misma la conseja. En lo que va de siglo[1] han pasado de esta vida dos hombres cuyas respectivas existencias contienen prudentisimos avisos á los varones eminentes, y grandes consuelos para los que no salen nunca de la oscuridad y el silencio, pues ambos llegaron al pináculo de la gloria á la edad en que muchos apénas han terminado su educacion, para morir despues, el uno en Santa Elena y el otro en Missolonghi.

Si es siempre dificil separar el carácter literario del personal de un contemporáneo, esta dificultad sube de punto cuando se trata de lord Byron, porque se puede muy bien decir, sin exagerar, que nunca escribió sin hacer alusiones directas ó indirectas à su persona, y que el interes que despertaron los sucesos de su vida, se mezcla en nuestro espiritu, y probablemente en el de todos, con el que se desprende de sus obras, siendo necesario que


  1. Esto se escribia en Junio de 1831.