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Lord Byron.

un corazon más firme que no el suyo: los periódícos parecieron llenos de insultos contra él; el teatro se hizo eco de la maledicencia general; le cerraron todas las puertas; allí donde ântes lo recibian con los brazos abiertos solo vió caras hostiles, y la turba de miserables que hace siempre leña de los ídolos caidos se apresuró á satisfacer sus instintos con furia implacable y vergonzosa fruicion: que no se sacia fácilmente la brutal envidia de imbéciles ambiciosos solo con el espectáculo de las angustias del genio y de la degradacion de un nombre ilustre.

El desgraciado poeta salió de su patria y no volvió más á ella; pero los aullidos de sus acusadores lo persiguieron à traves del mar, á lo largo del Rhin y al otro lado de los Alpes; luego fueron debilitándose y perdiéndose poco a poco, hasta cesar, y más tarde los mismos que habian levantado la tempestad comenzaron á volver en su acuerdo y á preguntarse por la causa de su propió escándalo, y quisieron llamar al criminal que habian expulsado. Sus poesías se hicieron más populares que lo habian sido nunca, y pudieron contarse por millares los que no habian visto jamás de él ni el retrato y que sintieron el corazon oprimido y los ojos arrasados en lágrimas al percibir las notas dolorosas de su lira que llevaban las brisas del Adriático á las inhospitalarias costas de su patria.

Despues de haber rolo con la opinion pública de Inglaterra, Byron llegó como fugitivo á Venecia, la ciudad de los grandes recuerdos y de las intrigas amorosas, pintoresca y poética cual ninguna, que aparece á los ojos del viajero cual fantástica aparicion surgiendo de las aguas bajo el cielo más puro de Italia, y en ella fijó su residencia. Puede muy bien decirse que su eleccion fué acertada, porque,