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Estudios literarios.

el tema de la separacion, que no tenian relacion alguna entre si, como no fuera la que establecia entre ellas el carecer todas de sentido: y las bue-pas almas que iban repitiéndolas no sabian ni se cuidaban de averiguar si estas relaciones descansaban en hechos auténticos. En verdad estas voces no eran la causa, sino el resultado de la indignacion pública, y corrian parejas con las miserables calumnias que Lewis Goldsmith y otros libelistas propalaron acerca de Bonaparte, cuando decian que dió veneno á una muchacha estando en el Colegio militar; que sobornó á un granadero para que matara en Marengo à Desaix, ó que renovaba en SaintCloud las orgías de Caprea. Hubo un tiempo en el cual las anécdotas de esta naturaleza gozaron de cierto crédito entre aquellas personas que odiaban á Bonaparte sin saber por qué, y que se complacian creyendo cuanto pudiera justificar su encono, y lord Byron participó de idéntica suerte. Sus compatriotas montaron en cólera contra él, no solo porque sus poesías y su carácter llegaron á perder el encanto de la novedad, sino porque además se hizo reo del crimen más imperdonable de las muchedumbres, es decir, de haber sido elogiado hasta el exceso, y de haber excitado cual ninguno su interes, por lo cual éstos, procediendo con su acostumbrada justicia, castigaron en Byron sus propios extravíos; que los afectos de la multitud semejan mucho á los de aquella pérfida maga de las Mily una noches, que no satisfecha con despedir á sus amantes, al terminar los cuarenta dias de su ternura, les hacia pagar con repugnantes y crueles penitencias la culpa de haberle agradado mucho corto espacio.

El castigo que Byron sufrió fué para quebrantar