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Estudios literarios.

que habia ocupado en la esfera política y literaria.

Y tanto subió de punto la amargura sarcástica de su conversacion, que producia rencores en aquellos que se hallaban más dispuestos á condenar su licencia que su propia degradacion, y que no podian penetrar el poder de las emociones ocultas.

Hemos de ocuparnos todavía de las obras de Maquiavelo. Su vida de Castruccio Castracani nos ocupará muy breve tiempo, y apénas trataríamos de ella si no hubiera llamado la atencion del público más de lo que merece. En verdad que pocos libros hubieran podido ser más interesantes que una historia profunda y juiciosa en la cual hubiera referido Maquiavelo la vida del ilustre príncipe de Luca, el más eminente de aquellos jefes italianos que, semejantes á Pisistrato y á Gelon, alcanzaron una magistratura más fácil de sentir que de ver, basada, no en leyes y pragmáticas, sino es en el favor de la opinion pública y en las grandes dotes personales de aquellos que se alzaban con su ejercicio. Una obra semejante nos hubiera mostrado la naturaleza real y verdadera de aquellas soberanías, tan singulares como mal comprendidas, que los griegos llamaban tirenta, y que modificada y reformada bajo ciertos aspectos por el sistema feudal, reaparecieron en las repúblicas de Lombardia y de Toscana. Pero la breve y sucinta relacion de Maquiavelo no es historia, propiamente dicha, ni aspira tampoco à ser tenida por fiel relato de cosa alguna. Es obra de imaginacion y de mérito; pero no más auténtica que la novela de Beifegor, aunque mucho más enojosa en su lectura.

La última grande obra de este hombre ilustre fué la historia de Florencia. La escribió por mandato del Papa, que, à la sazon, como jefe de la casa de