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Maquiavelo.

No es posible imaginar inteligencia más sana y vigorosamente constituida que la de Maquiavelo.

Las cualidades del hombre de Estado práctico y del hombre de Estado contemplativo se hallan evidentemente reunidas en él con singular y perfecta armonia; que su habilidad en el detalle de los negocios no se habia desarrollado á costa de sus facultades generales. No decimos con esto que su ima ginacion fuera ménos vasta; queremos decir que sus meditaciones eran más correctas y que poseian en alto grado el carácter vivo y práctico que las diferencia tanto de las vagas teorías de la mayor parte de los filósofos políticos.

Cuantos conocen el mundo saben que nada es más inútil que las máximas generales: si son morales, son buenas para darlas como muestra de escribir en las escuelas gratuitas; si son à la manera de las de La Rochefoucauld, podrán servir de muy excelentes epigrafes á los ensayos; mas es lo cierto que entre todos los apotegmas que se han hecho desde la época de los siete sabios de Grecia hasta la del pobre Richard, hay pocos que hayan sido parte á evitar una sola necedad. Sin embargo de esto, rendiremos á los preceptos de Maquiavelo el más grande y raro de los elogios, diciendo que pueden servir de regla de conducta con mucha fre cuencia, no porque sean más exactos y profundos que los de otros autores, sino porque pueden aplicarse más fácilmente á los problemas de la vida real.

Se advierten errores en estas obras; pero son los errores que un escritor, en la situacion de Maquiavelo, no podia evitar fácilmente, y provienen de un solo defecto que nos parece existir en todo su sistema; error que consiste en que sus planes políticos