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Maquiavelo.

la aumentara; que los siglos mejores de la historia literaria no son siempre aquellos á los cuales debe más gratitud el humano espíritu. Fácil es persuadirse de esta verdad comparando la generacion que les sigue con la que les ha precedido, y teniendo en memoria que los primeros frutos que se recogen durante un período de mal régimen, nacen, á las veces, de la semilla esparcida en uno bueno: asi aconteció en cierto modo en el siglo de Augusto, y así tambien sucedió en el de Rafael y del Ariosto, de Aldo y de Vida.

Maquiavelo deploraba las desgracias de su patria y discernia claramente la causa y el remedio. Y como el sistema militar del pueblo italiano habia extinguido su valor y su disciplina, y convertido sus tesoros en cebo asequible à todos los expoliadores extranjeros, Maquiavelo formó el proyecto, que así hace honor á su corazon como á su inteligencia, de abolir las tropas mercenarias, organizando una manera de milicia ciudadana. Los esfuerzos que hizo para lograr este objeto, verdaderamente grande, bastarian por sí solos para poner su nombre al abrigo de la maledicencia. Porque, pacifico por hábito, por temperamento y por la indole de sus ocupaciones, estudió con la mayor asiduidad la teoría de la guerra y se penetró de sus menores detailes, haciendo adoptar sus miras al gobierno de Florencia, el cual nombró un Consejo de guerra y dispuso lo necesario à la realizacion de su proyecto. El infatigable ministro recorrió todo el país para vigilar y presidir por sí mismo la ejecucion de sus planes. El momento era el mejor, bajo muchos aspectos, al ensayo: el sistema de la táctica militar habia sufrido una gran revolucion: la caballería no se consideraba ya como la fuerza principal de los

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