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Maquiavelo.

su gran sencillez imprime al razonamiento más sólido y claro un sello de infantil naturalidad y sencillez agradable siempre, pero que además predisponen á la risa á los oyentes extranjeros. Los héroes y los hombres de Estado parece como que balbucean cuando se expresan así, y en cuanto á Nicias, acrecienta la necedad de sus discursos, haciéndolos más necios aún.

Añadiremos que los versos de que se halla salpicada la Mandragora nos parecen ser de lo más correcto y animado que Maquiavelo ha hecho en este género, y que asi lo entendia él mismo, puesto que de alli tomó no pocos para intercalarlos en otras de sus obras. Sus contemporáneos hicieron merecida justicia al mérito de la Mandragora, que se representó en Florencia con éxito extraordinario, y en Roma por mandato de Leon X, que se contaba en el número de sus admiradores[1].

La Clizia es una imitacion de la Casina de Plauto, la cual, á su vez, es imitacion de los Χληρούμέυα de Difilo, perdidos para nosotros. Plauto es incontestablemente uno de los mejores autores latinos; pero no es la Casina la mejor de sus obras, ni ofrece grandes facilidades á un imitador, y su intriga es tan extraña á los hábitos de la vida moderna como ta manera de su desarrollo lo es á las reglas de la moderna composicion. El amante permanece en el campo y la heroína en su casa durante toda la accion, dejando ambos que decidan de su suerte un padre imbécil, una madre hipócrita y unos criados corrompidos. Maquiavelo, sin embargo, dió cima á


  1. Está fuera de duda que Paulo Jovio designa la Mandragora bajo el nombre de Nicius. No habríamos hecho alto en una equivocacion tan natural y ev.dente á no ser por el error en que hizo incurrir al erudito y sagaz Bayle.