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Estudios literarios.

en estas circunstancias como los dictadores romanos despues de las sediciones, porque, hallando que los delincuentes son demasiado numerosos para castigarlos á todos, coge á la ventura una parte de ellos y descarga sobre sus cabezas el peso de su venganza, sin advertir que aquellos pocos no son más culpados que los demas que salvan libres. No tratamos de averiguar si el diezmar os un modo de castigo eflcaz en la milicia; pero sí protestamos contra su introduccion en la filosofía de la historia.

En el caso de que se trata le ha tocado la suerte á Maquiavelo, hombre cuya conducta pública fué leal y honrada, cuya moralidad, si difiere de la de sus contemporáneos, es porque era mejor, y cuya única falla ha sido la de haber expuesto más claramente y expresado con más energía que otro alguno las máximas que se profesaban en su época y que habia adoptado.

Dicho esto en favor de Maquiavelo y de su carácter personal, pasemos al exámen de sus obras, comenzando por las literarias.

Como poeta no tiene derecho Maquiavelo á ocupar un lugar preferente; pero como autor dramático merece ser estudiado con alencion. Su Mandragora, por ejemplo, es superior á las mejores obras de Goldoni, y no es inferior sino á las mejores de Molière, y demuestra que si su autor se hubiera consagrado al drama, habria probablemente alcanzado la cúspide del arte, logrando ejercer influencia duradera y saludable en el gusto nacional. Esta opinion la fundamos antes sobre el género que sobre la medida de su mérito, porque si bien hay obras que indican más feliz ingenio y que se leen con más placer, no es ménos cierto que nos dejan diferente