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Maquiavelo.

pensamientos y una musa más glacial todavía. Despues, el Bocaccio dirigió su atencion hácia los modelos más sublimes y graciosos de la Grecia.

A partir de aquella época, el culto de las letras y del ingenio se tornó en idolatria entre los italianos; los reyes y las repúblicas, los cardenales y los duxs colmaban á porfia de honores al Petrarca. Los ombajadores de los Estados rivales solicitaban con empeño la honra de hablarle; su coronacion conmovió á la corte de Nápoles y al pueblo de Roma tan profundamente cual si fuera uno de los más grandes acontecimientos politicos que pudieran ocurrir. Reunir libros, coleccionar antigüedades, fundar câtedras y proteger artistas y literatos se hizo de moda entre los grandes; y como el espíritu de curiosidad literaria se asociaba al espiritu emprendedor y mercantil, todos aquellos lugares á los cuales los opulentos mercaderes de Florencia extendian eu tráfico gigantesco, desde los bazares del Tigris hasta los monasterios de la Clyde, eran objeto de afanosas investigaciones encaminadas à descubrir manuscritos y medallas. La arquitectura, la pintura y la escultura recibian pingües recompensas de las personas pudientes; y tanto celo desplegaban en este particular los stalianos, que sería dificil mencionar uno de importancia, en la época de que tratamos, que, por lo menos, no afectara el amor de las artes y las letras.

El saber y la prosperidad pública continuaron progresando juntamente, llegando á su apogeo en el siglo de Lorenzo el Magnifico; periodo de prosperidad, bienestar y grandeza que nadie ha descrito mejor que el Tucídides toscano en el siguiente admirable pasaje: «Disfrutando la Italia de los incom parables beneficios de la paz y de la tranquilidad