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Maquiavelo.

la Italia de los pueblos vecinos, fué la importancia que comenzaron á tener sus ciudades. Habíanse fundado algunas de ellas en lugares apartados ó agrestes por colonias de fugitivos que huyeron del furor de los bárbaros. Tal fué el origen de Venecia y de Génova, que debieron su libertad en un prineipio á la obscuridad que las cubria, hasta que se hallaron en condiciones de ampararla de su fuerza.

Otras parecen haber conservado bajo las dinastías instables de los invasores, bajo Teodorico y Odoacro, bajo Narses y Alboin, las instituciones municipales que les otorgó la política liberal de la gran república. Y en aquellas pro vincias en las cuales el gobierno central era demasiado débil para oprimir ó para proteger, adquirieron gradualmente estas instituciones la estabilidad y el vigor necesario á vida prolongada y sana; que los ciudadanos, defendidos de sus murallas, gobernados de sus magistrados propios y de sus propios usos y costumbres, gozaban á la sazon de independencia casi republicana. Así comenzó prácticamente la obra de una democracia poderosa, que los monarcas carlovingios no pudieron domar. La generosa política de Olon le dió aliento, y fué parte muy eficaz á robustecerla. Tal vez una coalicion estrecha de la Iglesia y del imperio hubiera podido destruirla entonces, pero sus mutuas discordias la fortificaron de tal suerte, que el siglo XII la encontró viril é incontrastable, y que despues de una lucha prolongada y dudosa en el principio, logró triunfar al cabo de la babilidad y del valor de la casa de Saboya.

El apoyo del poder de la Iglesia contribuyó en mucha parte al triunfo de los güelfos; suceso que hubiera podido reputarse de beneficio dudoso, si no hubiera tenido más consecuencias que las de susti-