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consume, con la ceguedad de los hombres y de los pueblos, ¿qué podemos esperar sino ruinas y desastres?»[1]

Más adelante, agregaba, en diversas ocasiones, refiriéndose á la misma separación de Buenos Aires y de las provincias: «Consuela ver la marcha de Buenos Aires. Allí hay un pedazo de tierra libre. Que Dios les conserve ese tesoro, comprado con su sangre. » « De un extremo á otro de la República la mazhorca se mueve y espía la ocasión: gracias sean dadas á Dios, porque siquiera hay un pedazo de tierra argentina donde el árbol de la libertad, regado con la sangre de los mártires, se levantará sobre las miserias de los hombres.»[2] « Todo lo que sea alentar el ánimo de hombres y pueblos para que esperen y trabajen por la reconstrucción de la república, me merece aplausos calurosos.»[3] « Perdida la moral, el respeto por las leyes eternas de la justicia y de la razón, los gobiernos tienen que sucumbir tarde ó temprano, arrastrando á veces á los pueblos en su catástrofe.»[4] «Es necesario, pues, que El Constitucional empiece á hablar alto y sinceramente sobre el asunto. Que pinte con vivísimos colores la urgencia de un arreglo definitivo con Buenos Aires y la necesidad de acallar las malas inspiraciones del amor propio y las susceptibilidades de provincia. Haga mucho ruido con la paz. Hable de ella como de un triunfo de las sanas ideas. Hable de los enemigos del orden público sin recelo. »[5]

  1. Carta inédita dirigida a su amigo el señor Damián Hudson redactor de un periódico que se publicaba en Mendoza.
  2. Id. del Setiembre 22 de 1853.
  3. Id. del Octubre 10 de 1855.
  4. Id. del Setiembre 26 de 1855.
  5. Id. del 4 de enero de 1855.