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héroe conquiste, y el político logre engañar, ¡qué disparate no es calificar al crimen con la denominacion de grandeza! Su alevosa prudencia o su valentía insensata no prueban menos por eso su locura y su vileza. El que consigue un fin noble por medios nobles, ó el que sucumbiendo á la suerte se rie y mantiene sereno en el destierro ó los calabozos, sea que reine como el sabio Antonino, ó muera desangrado como Sócrates, ese es el grande verdaderamente!

¿Y qué viene á ser la fama? Una vida imaginaria que respira en los demas; objeto totalmente fuera de nosotros, como lo está aun antes de morir. Lo único que se goza es precisamente aquello que se oye, pues lo que es ignorado de todos, trátese de vos, milord, ó trátese de Ciceron, viene á ser una misma cosa. Todo cuanto la fama nos da á conocer nace y acaba en el corto recinto en que andan nuestros amigos ó nuestros enemigos. Para todos los demas lo que vive y lo que ya no vive es igualmente una sombra, ora sea Eugenio, ora Cesar, ora brille, ora haya brillado, en tal tiempo ó en tal parage, sobre el Rhin ó el Rubicon. Un literato es una pluma, y un general un baston. El hombre, el hombre de bien es la obra mas