Página:Eneida - Tomo I (1905).pdf/210

Esta página no ha sido corregida
176
VIRGILIO.
LXXXIV.

»Yo que pude esperar dolor tan fiero
Lo sabré soportar, hermana mia.
Este único favor te pido, empero:
Pues te preciaba en tanto, y ser solia
El pérfido contigo verdadero,
Y tú hallabas sazon de entrarle y via,
Anda, y doblar con súplicas procura
Esa cerviz cual de enemigo dura.

LXXXV.

»Que no con Griegos, le dirás, la guerra
Juré en Áulide, naves á hacer riza
No envié á Troya, no moví la tierra
Que cubre de su padre la ceniza.
¿Pues por qué oidos á mi llanto cierra?
¿Qué huye azorado así? ¿Quién le hostiliza?
Buen viento espere y que la mar se ablande:
Es gracia, y la postrera que demande.

LXXXVI.

»No ya que vuelva por la fe de esposo
Ni á ese Lacio renuncie tan querido,
Que le costara asaz, pedirle oso,
Tiempo (nada le cuesta) es cuanto pido!
¡Tregua al dolor, momentos de reposo
Dé, en que el pecho á sufrir se avece herido!
Esto ruego; sé, hermana, compasiva;
Haz esto, y soy tu esclava miéntras viva.»