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ENEIDA.
CII.

»Todo en órden cumplido, el mar convida;
Torcemos la asta á la vestida entena,
Y la costa dejamos, por guarida
De aleves Griegos, de asechanzas llena.
El golfo de Tarento vi en seguida;
Fundo de Hércules ya, si no condena
La verdad á la fama. Preeminente,
Sacra Lacinia se aparece en frente.

CIII.

»Y ya asoma Caulonia, y Scilaceo
Que náufraga infamó reliquia tanta;
Y ya el sículo Etna léjos veo
Que, al parecer, de la onda se levanta;
Y oigo roto en la playa el clamoreo
Del mar que en peñas su furor quebranta;
Enríscase la espuma, y el arena
Arrebatada en remolino suena.

CIV.

»Y mi padre gritaba: «Ésta es, sin duda,
»Caríbdis abismosa, y éstos, éstos
»Los arrecifes, ¡amenaza aguda!
»Que Heleno ya nos anunció funestos.
»¡Ea! cada uno con el remo acuda
»Tanto riesgo á evitar!» Acuden prestos;
Palinuro, el primero, á izquierda vira,
Y gimiendo la proa en la onda gira.