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titud con que el futuro fundador de Roma y la reina de Cartago sienten y se expresan en castellano bajo la inspiración de Virgilio. A veces las imitaciones son más ajustadas al espíritu de los originales que las traducciones al pie de la letra, especialmente cuando se trata de los autores clásicos. Pocas odas castellanas se hallan más impregnadas del color horaciano que la de Fray Luis de León, titulada Profecía del Tajo. Varela, deteniendo especialmente su atención en el libro de la Eneida, que puede llamarse el libro del amor en este magnífico poema, mostró sinceramente el temperamento de la musa que le inspiraba, la sensibilidad de su alma y la analogía de su genio con el del maestro predilecto de sus estudios. Pero escuchemos sus versos en la boca de Dido:


Pero yo, ¿dónde voy? ¿Cómo pretendo
Con llanto débil ablandar la peña
De que es formado el corazón de un monstruo?
Mis lágrimas ¿qué valen?... nada ... aumentan
El triunfo del malvado, y engreído,
Contempla mi dolor y lo desprecia.
¿Se le oye algún suspiro? ¿Algún sollozo
Interrumpe su hablar? Quiere que crea
Que lo violenta un dios; como si fuesen
Los dioses como Dido, que no piensan
En nada más que en él; como si un hombre,
Un hombre solo interesar pudiera
A los que en lo alto de su gloria miran
Como nada los cielos y la tierra.
¡Un dios!... ¡Blasfemo!... Parte, parte, inicuo;
La ambición es tu dios: te llama, vuela