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I
Los que á través de sus lágrimas,
Sin esfuerzo ni violencia,
Abren paso en el alma afligida
Al nuevo placer que llega;
Los que tras de las fatigas
De una existencia azarosa,
Al dar término al rudo combate
Cogen larga cosecha de gloria;
Y, en fin, todos los dichosos,
Cuyo reino es de este mundo,
Y dudando ó creyendo en el otro
De la tierra se llevan los frutos;
¡Con qué tedio oyen el grito
Del que en vano ha querido y no pudo
Arrojar de sus hombros la carga
Pesada del infortunio!
— Cada cual en silencio devore
Sus penas y sus afanes
— Dicen — , que es de animosos y fuertes
El callar, y es la queja cobarde.