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—Trotad, reíd, decid ternezas... Eso durará lo que dure...

Movió la cabeza y siguió diciendo: —El señor Conde hace locuras en París... Todo se sabe.

Los demás aprobaron en silencio, inclinados, encorvados, partidos en dos sobre su tarea.

Jacobo conoció al marqués Godofredo, pero no sin trabajo, pues este último se hizo rogar mucho tiempo antes de aceptar esa presentación; y como el joven, por su parte, fiel á sus antiguos prejuicios para todo lo que no fuera miss Bella en persona, no ponía en ello más que un empeño relativo, el suceso se hizo esperar.

Pero la Marquesa, instigada por la de Reteuil, intervino y preparó las cosas; no había medio de retroceder y se arregló una cita, en la que se encontraron las dos partes.

El anciano noble no se dignó cambiar de postura; pero, sin embargo, acogió al recién llegado con una inclinación amistosa de cabeza. Este, herido en su amor propio, estuvo parco en cumplimientos, lo que hizo que Carmesy le cobrara de repente estimación y rompiera á hablar.

—Señor de Valroy—dijo con voz seca y metálica,celebro mucho ver á usted. Pertenece usted á una antigua familia del país; yo á una familia antiquísima.

Nosotros ya no existíamos cuando ustedes empezaban.

Es el destino de las razas; ustedes subían y nosotros bajábamos. He vuelto á esta comarca porque todo me atrae á ella, el recuerdo, la tradición, las ruinas..esas piedras esparcidas que fueron una orgullosa ciudadela donde mis abuelos, encaramados como águilas, desafiaban el odio de sus vecinos y la invasión del ex-