las cocinas, en un corredor muy claro y le soltó la noticia: —Jacobo se ha matado ayer noche.
Bella se apoyó en la pared, palideció ligeramente y sus narices se dilataron; pero se repuso y dijo con voz tranquila esta breve oración fúnebre: —En el punto á que había llegado, era lo mejor que podía hacer.
Gervasio conoció la dicha sin mezcla. Desde ese día Arabela fué colmada de atenciones, tuvo la llave de la caja y dirigió la casa á su voluntad.
Cuando se conoció la noticia en la granja, al acabar de almorzar, padres é hijos, amos y criados, bebieron alegremente á la extinción de las aristocracias.
—La cosa sería completa—dijo Hilario,—si nos hubiera quedado Reteuil.
En el pabellón, Berta, la loca, fué la que advirtió á Garnache y á Sofía por retazos de frase y palabras—incoherentes. Los dos enjugaron una lágrima y evocaron los desaparecidos; pero se ocuparon en acostar á la infeliz, que deliraba, y cuyos miembros temblaban de fiebre.
—¿Qué vamos á hacer?—dijo Regino á Sofía ;—ahora cae mala y tenemos que mudarnos dentro de cuarenta y ocho horas....—Nos la llevaremos, si no es lejos.
No lo era, en efecto, pues Balvet había ofrecido á los desterrados un rincón libre de su cabaña, y éstos habían aceptado, pues José les instaba, y era, además, su deseo. Estarían todos juntos; en invierno tendrían más calor; en verano abrirían las ventanas; en todo tiempo su vida sería buena.
La muerte de Jacobo conmovió á José, á causa de