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—Ciertamente—confirmó Sofía;—cuando vuelve hoy, no será para irse mañana.

—Puede ser—murmuró Berta.

Y dejándose caer en un escabel, gimió: Tengo hambre !

Pasaba así días enteros fuera, errando continua'mente y sin cuidarse del alimento, del sol, del viento ni de la lluvia; algunas veces, en invierno, había vuelto con las manos rígidas y la cara azulada de frío.

La sirvieron y comió glotonamente, como una bestia; bebió, sin saber qué, vaso tras vaso. Estaba inconsciente, de seguro, y no se daba cuenta de la necesidad de alimentos más que delante de la comida.

Apenas hubo comido, se durmió con la cabeza caída sobre el pecho y los brazos inertes á lo largo del cuerpo. La llevaron á la cama y se quedó insensible; dormía rendida.

Era verdad, Jacobo de Valroy, después de cinco años de ausencia, estaba aquel día en el castillo de Reteuil. Había venido á pie de la estación tomando caminos de travesía, para no ser encontrado ni conocido. Su historia y la de su familia en aquel tiempo, era lúgubre. Ningún derrumbamiento había sido más completo, más desastroso ni más irremediable. Primero, el negocio del Modern Ahorro, aquella tenebrosa estafa.

Cuando el conde Juan entró en las oficinas de aquella empresa, sus temores se confirmaron en seguida.

Un director sospechoso contestó á sus primeras preguntas que el dinero colocado no se retiraba, y que, puesto que los accionistas cobraban sus dividendos, no tenían nada que reclamar.

El Conde insistió y reclamó cuentas, y se las rehusaron, á él, presidente del Consejo, con mil pretextos.

EN LA PAZ.—15