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tor, y siéntese... Bastante ha andado usted hoy sin correr todavía detrás de ella.

—Sí—suspiró el guarda, el día ha sido duro. Hay que trabajar ahora.

Se produjo un silencio, durante el cual todos meditaban. Regino siguió diciendo: —No es tanto por Grivoize el menor como por Hilario... Grivoize tiene sus días; cuando está de buen humor se pone como otras veces; pero Hilario, el sefor Hilario, es siempre el mismo... Puede que Jacobo hubiera valido más... En fin, dentro de un año, suceda lo que quiera, me retiro; sin la pensión que me han prometido para aquella época, ya lo hubiera hecho.

Se volvió hacia su hijo y añadió: —Tú has hecho bien; tu oficio es mejor. Al menos no tienes amo.

José asintió; no había para qué compadecerle, entre el anciano Balvet, su mujer, la dulce Clara y los pequeños que iban creciendo, su vida era posible. José sonreía con gran contento.

El tío Balvet habló á su vez, muy lentamente, por que tenía ya mucha edad y sus palabras, como sus acciones, se hacían difíciles.

' —Sí, José ha hecho bien. Hoy es el amo y sabe tanto como yo, que no sirvo para nada más que para regocijarme con la dicha de los demás. Este muchacho había nacido para ese oficio, pues le gustaba todo lo que vive los animales, los árboles, las flores y las plantas... Por eso ha tomado gusto al cultivo; se cuida mejor lo que se quiere... Sin embargo, las flores han bajado desde hace cinco años, desde la ruina de Valroy y de Reteuil, dos castillos menos para la provisión de jardines y estufas... No serán los Piscop los que hagan pedidos, de seguro. Y Reteuil está desierto, esperando la venta que no tardará.