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no parece que eso les atasca... Sí, diga lo que quiera el camarada y sea el que quiera el porvenir que presenta, José había hecho bien de no querer ser guarda como su padre. Los Grivoize y hasta Piscop podían aún pasar; se conocían y podrían entenderse. Pero todos ellos tenían también hijos que no valían más que el Vizconde y con menos urbanidad acaso. La vida no hubiera sido cómoda con aquella simiente.

En fin, él mismo no estaba amenazado; tenía tiempo de ver venir los sucesos. A los cincuenta años se retiraría; tenía algún dinero ahorrado para el caso probable de que le faltara la pensión. Además, José recogería á sus padres y á Sofía, aunque, á la verdad, eran mucha gente. ¡ Bah! El no sería manco en aquella época, y sabría bien hacerse útil y ganarse el pan..i ¡Pero, cuántos sucesos para ponerlo todo patas arriba! Garnache se proponía pensar en ello el día siguiente, con la cabeza fresca, pues reconocía con vergüenza que siempre que encontraba á aquel maldito Grivoize bebía un poco más de lo razonable. Era posible que una vez disipado el vinillo blanco, se le ocurriese alguna medida para poner á salvo sus intereses.

Y se metía entre los árboles para ocultarse, pues el pobre hombre, que era sincero, comprendía que no andaba derecho por los paseos y prefería no ser visto en semejante estado.

Pero mientras se metía en lo más intrincado de la selva, no podía menos de dar vueltas en la cabeza á todas aquellas novedades, y, parándose de repente, exclamaba: — Demonio, demonio !...

Por fin, dominado por la emoción, el cansancio, el calor y el vino, se echó á la sombra y se durmió.

Al día siguiente hubo en la granja una violenta consecuencia de todos estos incidentes. Por la mañana, EN LA PAZ.—12