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VI.

Espumarajos

Pusimos la proa hácia la bahia que forma el Puerto Hope y como en ese momento pasara ante ella, como cerrandonos el paso, una pareja de delfines, los cuales, mientras saltaban sobre la óla que alzaba la quilla, lanzaban su chillido peculiar, dijo La Avtarda que acababa de tomar el timón:

— Estas no son toninas, muchacho.... fíjate bien: son delfines. La tonina es casi redonda, tiene el cuerpo rayado de blanco y negro y nunca se cruza por la proa, sinó que convoya los barcos. Estos, como vés, son largiruchos, negruzcos y no silban sinó que más bien chistan. Los indios alacaluf cuentan que el delfin — que es un hijo de la luna á quien ésta dejó abandonado en una caleta, cuando emprendió su gran viaje en busca del sól, del cuál estaba enamorada — espera que ella vuelva á reunírsele cualquier día y por eso sale á recibir las embarcacionss. Cuando se vé defraudado en sus esperanzas, se enoja y comienza á cruzar