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Y en toda su cabeza mas alzado;
Y abriendo al sol sus esmaltadas alas
De purpurinas galas,
Se agitaba con ruido peregrino;
Y el azulado cetro enarbolado,
Con voz encantadora les ha hablado:
» Sylphos, Sylphidas, Genios, Brujas, Duendes,
Hadas, raza sagrada, que desciendes
De la luz inmortal; escucha atenta:
Bien sabeis que en la esfera teneis cuenta,
Y En virtud de mandato soberano
Del mundo dirigís el grande arcano:
Ya recorreis los campos de luz pnra,
Ya brillo y claridad prestais al dia,
Ya guiais orbes en la inmensa altura,
O rodais los planetas, que girando
Corren el ancho cielo en su porfia;
Otros, menos pulidos, vais siguiendo
Ocultos à la luz pálida y fria
De la modesta luna ó las estrellas,
Que sus rayos disparan á la noche
Con negro manto y nebuloso coche;
Otros chupan vapores, que groseros
En el aire se forman los primeros;
O en el Iris sus alas humedecen;
Y horribles tempestades enfurecen
El invernoso mar, ó destilando
La lluvia celestial que al globo alegra;
O ya la humana raza gobernando,
Impidiendo la negra
Envidia y las pasiones que aniquilan
La ventura del hombre en sus caminos
Y en todas sus acciones y destinos.
Tambien son centinelas