Página:El príncipe de Maquiavelo (1854).pdf/15

Esta página ha sido validada
15
DEL ANTI-MAQUIAVELO.

tir que no todos sus capítulos son impugnaciones de los respectivos de Maquiavelo, porque no en todos ellos predica el crimen el escritor italiano. En tales casos puede decirse que nuestro autor no refuta, sino comenta; y tal vez hubiera sido mejor dar a su libro el título de Exámen o Análisis de las doctrinas de Maquiavelo.

El ilustre autor ha dado amplia respuesta a su adversario: a mi me toca ahora contestar brevemente al prefacio de Amelot, traductor de Maquiavelo.

Amelot ha querido pasar por un profundo político; si no lo ha conseguido, yo por mi parte puedo asegurar que el autor del Anti-Maquiavelo es positivamente lo que Amelot aparentaba ser.

Amelot era uno de esos autores que escriben para comer, y el mayor favor que puedo hacerle es decir que, si tradujo a Maquiavelo y sostuvo sus doctrinas, fué con la intencion de vender el libro, y no de persuadir a sus lectores. En su Epístola dedicatoria habla mucho de razones de estado y de cuestiones vitales; y yo diré, con su permiso, que el hombre, como él, que no supo mejorar su estado miserable, ni pudo nunca pasar de un mal vivir, mal puede entender las cuestiones vitales ni las razones de estado.

Amelot quiere justificar a su autor protejido, citando el testimonio de Justo Lipsio que, dice él, era tan devoto y relijioso como sabio y político. A esto respondo: —1.° que ni Justo Lipsio, ni los sabios todos del mundo son suficiente autoridad para deponer en favor de una doctrina funesta al jénero humano. —2.° que la piedad y la relijion, de que hace tan intempestivo alarde, enseñan precisamente una doctrina diametralmente opuesta a la de Maquiavelo. —3.º que Justo Lipsio nació católico, se hizo luterano, luego calvinista, y en fin volvió a convertirse al catolicismo; visto lo cual, nunca pasó por hombre relijioso, apesar de haber compuesto unas poesías detestables, que dedicó a la Vírjen María. —4.° que su voluminoso Libro de Política es la mas despreciable y despreciada de sus obras, apesar de haberlo dedicado a los reyes, principes y emperadores. —5.º que, aparte de todo esto, Justo Lipsio dice, hablando de Maquiavelo, todo lo contrario de lo que Amelot quiere que diga. «Pluguiera a Dios, (dice Justo Lipsio en la pájina 9 de su obra citada) que Maquiavelo hubiese logrado enseñar a su príncipe la senda verdadera que conduce al templo del honor y de la virtud; pero, atento solo a lo que es útil, se ha olvidado de lo que es justo y honorífico.» Amelot ha suprimido espresamente estas palabras del testo que cita. Verdad es que la moda pedantesca de su época le prescribía citar a tontas y a locas; pero alterar de ese modo un punto tan esencial, no es ya pedantería sinó calumnia. El grande hombre que me ha designado para ser su editor no cita nunca; pero, o mucho me engaño, o creo que su obra será citada eternamente por los partidarios de la razon y de la justicia.

Amelot se empeña en probar que Maquiavelo no es impío: ¡buena ocasion por cierto para hablar de su piedad! ¡El hombre que se ha atrevido a dar al mundo lecciones de asesinato y de envenenamiento, encuentra un traductor que se digna informarnos de que era devoto!

Amelot se cansa en balde; no se engaña al público de ese modo. Por mucho que diga que Maquiavelo habló ventajosamente de los Jacobinos y Franciscanos se le contestará que no se trata ahora de frailes, sinó de reyes, de príncipes, a quienes quiso enseñar el arte de ser malos, cosa ya muy sabida antes que Maquiavelo la enseñase.

¿Quedarían justificados Cartouche, Miriwits o Ravaillac con decir que eran relijiosos? ¿Es posible que haya de emplearse siempre la sagrada palabra de relijion para mancillar la probidad y justificar la corrupcion y el crímen?

Cesar Borgia, dice Amelot, es un buen modelo para los príncipes bisoños.»