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DON QUIJOTE.

na, sin que dellos no se haga acto público, y sean condenados al fuego, porque no den ocasion á quien los leyere de hacer lo que mi buen amigo debe de haber hecho.=Todo esto estaban oyendo el labrador y Don Quijote, con que acabó de entender el labrador la enfermedad de su vecino; y así comenzó á decir á voces:—Abran vuestra mercedes al señor Valdovinos y al señor marques de Mantua, que viene mal ferido, y al señor moro Abindarraez, que trae cautivo el valeroso Rodrigo de Narvaez, alcaide de Antequera.=A estas voces salieron todos, y como conocieron los unos á su amigo, las otras á su amo y tio, que aun no se habia apeado del jumento porque no podia, corrieron á abrazarle. El dijo:—Ténganse todos, que vengo mal ferido por la culpa de mí caballo: llévenme á mi lecho, y llámese si fuere posible á la sabia Urganda, que cure y cate de mis feridas.—Mirad[1] en hora mala, dijo á este punto el ama, si me decia á mí bien mi corazon del pié que cojeaba mi señor: suba vuestra merced en buena hora, que sin que venga esa Urganda, le sabrémos aquí curar: malditos, digo, sean otra vez y otras ciento estos libros de caballerías que tal han parado á vuestra merced.=Lleváronle luego á la cama, y catándole las feridas, no le hallaron ninguna: y él dijo que todo era molimiento, por haber dado una gran caida con Rocinante su caballo, combatiéndose con diez jayanes[2], los mas desaforados y atrevidos que se pudieran fallar en gran parte de la tierra.—Ta, ta, dijo el cura: ¿jayanes hay en la danza? para mi santiguada, que yo los queme mañana antes que llegue la noche.=Hiciéronle á Don Quijote mil preguntas, y á ninguna quiso responder otra cosa, sino que le diesen de comer, y le dejasen dormir, que era lo que mas le importaba. Hízose así; y el cura se informó muy á la larga del labrador, del modo que habia hallado á Don Quijote. El se lo contó todo, con los disparates que al hallarle y al traerle habia dicho, que fué poner mas deseo en el licenciado de hacer lo que otro dia hizo, que fué llamar á su amigo el barbero Maese Nicolas, con el cual se vino á casa de Don Quijote.



  1. En las ediciones originales se decía mirá, porque entonces se escribia así la segunda persona del plural de los imperativos. Por no haberse advertido esta ortografia, se lee en las demas ediciones mira.
  2. Nombre que se da á los gigantes en los libros de caballerías.