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CAPÍTULO XLVII.

CAPÍTULO XLVII.

Del estraño modo con que fué encantado Don Quijote de la Mancha, con otros
famosos sucesos.


C

uando Don Quijote se vió de aquella manera enjaulado y encima del carro, dijo: Muchas y muy graves historias he yo leido de caballeros andantes; pero jamas he leido, ni visto ni oido, que á los caballeros encantados los lleven desta manera, y con el espacio que prometen estos perezosos y tardíos animales: porque siempre los suelen llevar por los aires con estraña ligereza, encerrados en alguna parda y escura nube, ó en algun carro de fuego, ó ya sobre algún hipógrifo, ó otra bestia semejante; pero que me lleven á mí agora sobre un carro de bueyes, vive Dios, que me pone en confusion; pero quizá la caballería y los encantos destos nuestros tiempos deben de seguir otro camino, que siguieron los antiguos: y tambien podria ser, que como yo soy nuevo caballero en el mundo, y el primero que ha resucitado el ya olvidado ejercicio de la caballería aventurera, tambien nuevamente se hayan inventado otros géneros de encantamentos, y otros modos de llevar á los encantados. —¿Qué te parece desto, Sancho hijo? —No sé yo lo que me parece, respondió Sancho, por no ser tan leido como vuestra merced en las escrituras andantes; pero con todo eso osaria afirmar y jurar, que estas visiones que por aquí andan, que no son del todo católicas. —¡Católicas mi padre! respondió Don Quijote, ¿cómo han de ser católicas, si son todos demonios, que han tomado cuerpos fantásticos, para venir á hacer esto, y á ponerme en este estado? y si quieres ver esta verdad, tócalos y pálpalos, y verás como no tienen cuerpos sino de aire, y como no consisten en mas de en la apariencia. —Por Dios, señor, replicó Sancho, ya yo los he tocado, y este diablo que aquí anda tan solícito, es rollizo de carnes, y tiene otra propiedad muy diferente de la que yo he oido decir que tienen los demonios: porque segun se dice, todos huelen á piedra
::::TOMO I.
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