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DON QUIJOTE.

era Leonela la causa de su desventura: y ansi como estaba, sin acabarse de vestir, triste y pensativo, fué á dar cuenta de su desdicha á su amigo Lotario; mas cuando no le halló, y sus criados le dijeron que aquella noche habia faltado de casa y habia llevado consigo todos los dineros que tenia, pensó perder el juicio: y para acabar de concluir con todo, volviéndose á su casa, no halló en ella ninguno de cuantos criados ni criadas tenia, sino la casa desierta y sola: no sabia qué pensar, qué decir ni qué hacer, y poco á poco se iba volviendo el juicio: contemplábase y mirábase en un instante sin muger, sin amigo y sin criados, desamparado á su parecer del cielo que le cubria, y sobre todo sin honra, porque en la falta de Camila vió su perdicion: resolvióse en fin á cabo de una gran pieza de irse á la aldea de su amigo, donde habia estado cuando dió lugar á que se maquinase toda aquella desventura; cerró las puertas de su casa, subió á caballo, y con desmayado aliento se puso en camino: y apenas hubo andado la mitad, cuando acosado de sus pensamientos le fué forzoso apearse y arrendar su caballo á un árbol, á cuyo tronco se dejó caer dando tiernos y dolorosos suspiros, y allí se estuvo hasta que casi anochecia; y á aquella hora vió que venia un hombre á caballo de la ciudad, y despues de haberle saludado, le preguntó qué nuevas habia en Florencia. —El ciudadano respondió: Las mas estrañas que muchos dias ha se han oido en ella, porque se dice públicamente que Lotario, aquel grande amigo de Anselmo el rico, que vivia á San Juan, se llevó esta noche á Camila, muger de Anselmo, el cual tampoco parece: todo esto ha dicho una criada de Camila, que anoche la halló el gobernador descolgándose con una sábana por las ventanas de la casa de Anselmo: en efeto, no sé puntualmente como pasó el negocio, solo sé que toda la ciudad está admirada deste suceso, porque no se podia esperar tal hecho de la mucha y familiar amistad de los dos, que dicen que era tanta, que los llamaban: los dos amigos. —Sábese por ventura, dijo Anselmo, el camino que llevan Lotario y Camila? —Ni por pienso, dijo el ciudadano, puesto que el gobernador ha usado de mucha diligencia en buscarlos. —A Dios vais, señor, dijo Anselmo. —Con él quedéis, respondió el ciudadano, y fuése.

Con tan desdichadas nuevas, casi casi llegó á términos Anselmo no solo de perder el juicio, sino de acabar la vida. Levantóse como pudo, y llegó á casa de su amigo, que aun no sabia su desgracia; mas como le vió llegar amarillo, consumido y seco, entendió que de algun grave mal venia fatigado. Pidió luego Anselmo que