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CAPÍTULO XXXII.
asimesmo con la modestia de caballero y de coronista propio, las escribiera otro libre y desapasionado, pusieran en su olvido las de los Hétores, Aquiles y Róldanos. —Tomaos con mi padre, dijo el dicho ventero, mirad de qué se espanta, de detener una rueda de molino: por Dios, ahora habia vuestra merced de leer lo que leí yo de Félix Marte de Hircania, que de un reves solo partió cinco gigantes por la cintura, como si fueran hechos de habas como los frailecicos que hacen los niños: y otra vez arremetió con un grandísimo y poderosísimo ejército, donde llevó mas de un millón y seicientos mil soldados, todos armados desde el pié hasta la cabeza, y los desbarató á todos, como si fueran manadas de ovejas. Pues qué me dirán del bueno de Cirongilio de Tracia, que fué tan valiente y animoso, como se verá en el libro, donde cuenta que navegando por un rio, le salió de la mitad del agua una serpiente de fuego, y él así como la vió se arrojó sobre ella, y se puso á horcajadas encima de sus escamosas espaldas, y la apretó con ambas manos la garganta con tanta fuerza, que viendo la serpiente que la iba ahogando, no tuvo otro remedio sino dejarse ir á lo hondo del rio, llevándose tras sí al caballero que nunca la quiso soltar; y cuando llegaron allá abajo, se halló en unos palacios y en unos jardines tan lindos, que era maravilla; y luego la sierpe se volvió en un viejo anciano, que le dijo tantas cosas, que no hay mas que oir. Calle, señor, que si oyese esto, se volviera loco de placer: dos higas para el Gran Capitan, y para ese Diego Garcia que dice. —Oyendo esto Dorotea, dijo callando á Cárdenio: Poco le falta á nuestro huésped para hacer la segunda parte de Don Quijote[1]. —Así me parece á mí, respondió Cardenio, porque según da indicio, él tiene por cierto que todo lo que estos libros cuentan, pasó ni mas ni menos que lo escriben, y no le harán creer otra cosa frailes descalzos.—Mirad, hermano, tornó á decir el cura, que no hubo en el mundo Félix Marte de Hircania, ni Don Cirongilio de Tracia, ni otros caballeros semejantes que los libros de caballerías cuentan, porque todo es compostura y ficcion de ingenios ociosos, que los compusieron para el efecto que vos decis, de entretener el tiempo, como lo entretienen leyéndolos vuestros segadores; porque realmente os juro, que nunca tales caballeros fueron en el mundo, ni tales hazañas ni disparates acontecieron en él. —A otro perro con
  1. Los oficios que hacian las personas de las comedias, se decian partes ó papeles; y quiere decir Dorotea que en esta comedia ó fábula caballeresca en que Don Quijote hace la primera parte ó el papel de primer galan, merecia el ventero hacer la segunda parte ó el papel de galan segundo.