Página:El ingenioso hidalgo Don Quijote del Mancha.djvu/262

Esta página ha sido validada
158
DON QUIJOTE.
de los ojos lanternas, rodearemos esta serrezuela, quizá toparemos aquel hombre que vimos, el cual sin duda alguna no es otro que el dueño de nuestro hallazgo. A lo que Sancho respondió:—Harto mejor seria no buscarle, porque si le hallamos, y acaso fuese el dueño del dinero, claro está que lo tengo de restituir; y así fuera mejor, sin hacer esta inútil diligencia, poseerlo yo con buena fe, hasta que por otra via menos curiosa y diligente pareciera su verdadero señor, y quizá fuera á tiempo que lo hubiera gastado, y entonces el rey me hacia franco.—Engáñaste en eso, Sancho, respondió Don Quijote, que ya que hemos caido en sospecha de quien es el dueño, casi delante [1], estamos obligados á buscarle y volvérselos: y cuando no le buscásemos, la vehemente sospecha que tenemos de que él lo sea, nos pone ya en tanta culpa, como si lo fuese: así que, Sancho amigo, no te dé pena el buscalle, por la que á mí se me quitará si le hallo: y así picó á Rocinante, y siguióle Sancho con su acostumbrado jumento: y habiendo rodeado parte de la montaña, hallaron en un arroyo caida, muerta y medio comida de perros, y picada de grajos, una mula ensillada y enfrenada, todo lo cual confirmó en ellos mas la sospecha de que aquel que huia era el dueño de la mula y del cojin. Estándola mirando, oyeron un silbo como de pastor que guardaba ganado, y á deshora á su siniestra mano parecieron una buena cantidad de cabras, y tras ellas por cima de la montaña pareció el cabrero que las guardaba, que era un hombre anciano. Dióle voces Don Quijote, y rogóle que bajase donde estaban. Él respondió á gritos, que quién les habia traido por aquel lugar, pocas ó ningunas veces pisado, sino de piés de cabras ó de lobos, y otras fieras que por allí andaban. Respondióle Sancho que bajase, que de todo le darian buena cuenta. Bajó el cabrero, y en llegando adonde Don Quijote estaba, dijo:—Apostaré que está mirando la mula de alquiler que está muerta en esa hondonada, pues á buena fe que ha ya seis meses que está en ese lugar: díganme ¿han topado por ahí su dueño?—No hemos topado á nadie, respondió Don Quijote, sino á un cojin y á una maletilla, que no lejos deste lugar hallamos.—También la hallé yo, respondió el cabrero; mas nunca la quise alzar, ni llegar á ella, temeroso de algun desman, y de que no me la pidiesen por de hurto: que es el diablo sotil, y debajo de los piés se levanta allombre cosa donde tropiece y caya, sin saber cómo ni cómo no.—Eso mes-
  1. Este lugar, defectuoso en las dos ediciones primeras, haria sentido añadiendo estas palabras: de aquí adelante; o estas otras, á quien tenemos ó tuvimos casi delante.