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DON QUIJOTE.
de hacer alguna novedad para alterar de nuevo las cosas, y volver, como dicen, á probar ventura: y así es menester que el nuevo posesor tenga entendimiento para saberse gobernar, y valor para ofender y defenderse en cualquier acontecimiento.—En este que ahora nos ha acontecido, respondió Sancho, quisiera yo tener ese entendimiento y ese valor que vuestra merced dice: mas yo le juro, á fe de pobre hombre, que mas estoy para vizmas que para pláticas. Mire vuestra merced si se puede levantar, y ayudarémos á Rocinante, aunque no lo merece, porque él fué la causa principal de todo este molimiento. Jamas tal creí de Rocinante, que le tenia por persona casta y tan pacífica como yo. En fin, bien dicen, que es menester mucho tiempo para venir á conocer las personas, y que no hay cosa segura en esta vida. ¿Quién dijera que tras de aquellas tan grandes cuchilladas como vuestra merced dió á aquel desdichado andante, habia de venir por la posta y en seguimiento suyo esta tan grande tempestad de palos que ha descargado sobre nuestras espaldas?—Aun las tuyas, Sancho, replicó Don Quijote, deben de estar hechas á semejantes nublados; pero las mias, criadas entre sinabafas y olandas, claro está, que sentirán mas el dolor desta desgracia; y si no fuese porque imagino, qué digo imagino, sé muy cierto, que todas estas incomodidades son muy anecsas al ejercicio de las armas, aquí me dejaria morir de puro enojo. A esto replicó el escudero:—Señor, ya que estas desgracias son de la cosecha de la caballería, dígame vuestra merced si suceden muy á menudo, ó si tienen sus tiempos limitados en que acaecen, porque me parece á mí que á dos cosechas quedaremos inútiles para la tercera, si Dios por su infinita misericordia no nos socorre.—Sábete, amigo Sancho, respondió Don Quijote, que la vida de los caballeros andantes está sujeta á mil peligros y desventuras, y ni mas ni menos está en potencia propincua de ser los caballeros andantes reyes y emperadores, como lo ha mostrado la esperiencia en muchos y diversos caballeros de cuyas historias yo tengo entera noticia: y pudiérate contar ahora, si el dolor me diera lugar, de algunos que solo por el valor de su brazo han subido á los altos grados que he contado, y estos mesmos se vieron antes y despues en diversas calamidades y miserias. Porque el valeroso Amadis de Gaula se vió en poder de su mortal enemigo Arcalaus el encantador, de quien se tiene por averiguado que le dió, teniéndole preso, mas de doscientos azotes con las riendas de su caballo, atado á una coluna de un patio, y aun hay un autor secreto y de no poco crédito que dice, que