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LA MORAL DE LOS IDEALISTAS

I.—LAS LUCES DEL CAMINO—II. LOS VISIONARIOS DE LA PERFECCIÓN
III. LOS IDEALISTAS ROMÁNTICOS—IV. EL IDEALISMO EXPERIMENTAL.

I.—Las luces del camino.

Cuando pones la proa visionaria hacia una estrella y tiendes el ala hacia tal excelsitud inasible, afanoso de perfección y rebelde á la mediocridad, llevas en ti el resorte misterioso de un Ideal. Es ascua sagrada, capaz de templarte para grandes acciones. Custódiala; si la dejas apagar no se reenciende jamás. Y si ella muere en ti quedas inerte: fría bazofia humana. Sólo vives por esa partícula de ensueño que te sobrepone á lo real. Ella es el lis de tu blasón, el penacho de tu temperamento. Innumerables signos la revelan—: cuando se te anuda la garganta al recordar la cicuta impuesta á Sócrates, la cruz izada para Cristo ó la hoguera encendida á Bruno—; cuando te abstraes en lo infinito leyendo un diálogo de Platón, un ensayo de