Página:El hombre mediocre (1913).pdf/144

Esta página no ha sido corregida
142
José Ingenieros

vación moral en la forma que su cultura y su temperamento les sugieren. Aunque por distintos caminos, y partiendo de premisas racionales antagónicas, todos se proponen mejorar las virtudes en sentido propicio al enaltecimiento del hombre: son igualmente enemigos de los prejuicios de su tiempo.

Los virtuosos no igualan á los santos; la sociedad opone demasiados obstáculos á su esfuerzo. Pensar el porvenir no implica practicarlo totalmente; basta la firme intención de marchar hacia él. Los que piensan como profetas pueden verse obligados á proceder como filisteos en muchos de sus actos. La virtud es un esfuerzo real hacia lo que se concibe como perfección potencial; nunca llega á ser la perfección misma.

La evolución moral es lenta, pero segura. La virtud arrastra y enseña; los honestos se resignan á imitar alguna parte de las excelencias que practican los virtuosos. Cuando se afirma que somos mejores que nuestros abuelos, sólo quiere expresarse que lo somos ante nuestra moral contemporánea. Fuera más exacto decir que diferimos de ellos. Sobre necesidades materiales, perennes en la especie, organízanse conceptos de perfección que varían á través de los tiempos; sobre las necesidades transitorias de cada sociedad se elabora el arquetipo de virtud más útil á su progreso. Mientras el ideal absoluto permanece indefinido y ofrece escasas oscilaciones en el curso de siglos enteros, el concepto concreto de las virtudes se