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José Ingenieros

«Ceux de qui la conduite offre le plus á rire.
Sont toujours sur autrui les premiers á médire.»

Diríase que empañan la reputación ajena para disminuir el contraste con la propia. Eso no excluye que existan casquivanos cuya culpa es inconsciente; maldicen por ociosidad ó por diversión, sin sospechar dónde conduce el camino en que se aventuran. Al contar una falta ajena ponen cierto amor propio en ser interesantes, aumentándola, adornándola, pasando insensiblemente de la verdad á la mentira, de la torpeza á la infamia, de la maledicencia á la calumnia. ¿Para qué evocar las palabras memorables de la comedia de Beaumarchais?


IV.—El éxito y la gloria.

El hombre mediocre que se aventura en la liza social tiene una sola finalidad: el éxito. No sospecha que existe otra cosa, la gloria, ambicionada solamente por los caracteres superiores. El éxito es un triunfo efímero, al contado; la gloria es definitiva, inmarcesible en los siglos. El éxito se mendiga; la gloria se conquista. El mediocre es un cortesano de la mediocracia en que vive; triunfa humillándose, reptando, á hurtadillas, en la sombra, disfrazado, apuntalándose en la complicidad de innumerables similares. El hombre de mérito se adelanta á su tiempo, la pupila puesta en un ideal; se impone dominando, iluminando, fustigando, en