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clo natural del agua y, atendiendo a la demanda, no se pensó que el recurso no era infinito, ni en las condiciones cambiantes de la naturaleza o en los efectos del cambio climático que, como señalábamos, no era aún aceptado por diversos sectores, los que dudaban de la incidencia del ser humano en dicha transformación. No obstante, ahora la realidad es otra y la consideración del ciclo hidrosocial del agua nos lleva a pensar no solo en la demanda de agua, sino en la disminución drástica de la oferta. Igualmente, el paradigma de protección al medioambiente está extendiéndose, así como la necesidad de atender el tema desde una perspectiva global y no solo local.

Nueva cultura del agua: movimiento iniciado en España, a mediados de la década de los noventa, para evitar el trasvase del río Ebro. Aboga por una revisión de nuestras escalas de valores y nuestra forma de vida en relación con el agua y el desarrollo ambiental sostenible.

La nueva cultura del agua aboga por la interiorización de este nuevo paradigma, que tiene una concepción de la naturaleza que no busca su dominación sino aumentar el conocimiento que sobre ella tenemos para favorecer el desarrollo sostenible. Se trata de una cultura que se basa en principios éticos que defienden la equidad en el acceso a un recurso trascendental para la vida y el progreso social y que promueve la adopción de un estilo de vida en el que domine la conciencia sobre nuestros actos y sobre lo que consumimos. El conocimiento de la huella hídrica de nuestras acciones y de los productos que consumimos puede ayudar a conducirnos con mayor responsabilidad como consumidores/as.

En nuestras manos está reducir de manera consciente la demanda de agua. Podemos hacer lo mismo con respecto a nuestro contexto, colaborando en la difusión de esta nueva forma de actuar y de pensar en torno a este elemento. Podemos, también, incidir en que, en nuestros hogares, lugares de trabajo, municipalidades, etcétera, se reduzca la demanda de agua. Afortunadamente, la ciencia continúa investigando sobre el medioambiente. Es más difícil –pero no imposible– procurar que la demanda se reduzca, también, por parte de los sectores productivos y que su consumo sea más racional y acorde con la situación hídrica actual. Como ciudadanos/as podemos y

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