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pinturas y los retablos profusamente dorados, hacían resplandecer el interior como un cofre de joyas bajo el resplandor cirial de las fiestas. Algunas poseían órganos de madera, construídos allá mismo bajo la dirección de los P.P. Los púlpitos y los confesonarios, verdaderamente erizados de adornos que variaban desde los lazos y lambrequines de un plateresco recargadísimo, hasta las más profanas cariátides, entre las cuales contaban faunos y sirenas; la profusión de santos y candelabros, completaban aquella impresión de pompa; y un alfarje de artesones riquísimos, revestía la bóveda con su dorado cedro.

Afuera se dejaba desnuda la piedra, con excepción de la cúpula y á veces del frontispicio. Adornaba los muros una profusión de nichos, con imágenes de asperón bastante bien esculpidas. El campanario de madera ó de piedra, cuadrado ó redondo, tenía muchas campanas-nunc menos de seis-fundidas algunas con cobre de la región; un atrio, empedrado con losas de arenisca, daba acceso al templo; el pórtico estaba sostenido por pilares de urunday, que dan idea de los árbo-