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al oficio de mujeres".

Podría interpretarse como contradictorio el juicio de Bascuñan, quien primero dice que los machis invertidos eran muy estimados por hombres y mujeres y después, que se les tenía por viles. En realidad, la estimación de que disfrutaban se refiere únicamente a su calidad de machis; como hombres, se les menospreciaba. Guevara (en su "Psicología del Pueblo Araucano") informa al respecto: "La lengua identificaba con la palabra hueye a los practicantes de la pederastía. La inversión sexual ha existido siempre entre los araucanos. Ha sido un vicio constituido en costumbre y no clasificado entre los hechos perjudiciales que atentan a los intereses de la comunidad. Pero en ocasiones muy limitadas se ha presentado fuera del gremio de los machis".

No cabe duda que, conforme a las ideas de la antigua cultura agrícola sobre la influencia de la luna (considerada como deidad femenina) y el predomnio de la mujer en el ámbito social y portadora de fuerzas mágicas derivadas de la luna, el hueye era un individuo privilegiado entre los hombres, pues se acercaba al principio femenino.