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STELLA EN

da, con un jarro de lata viejo en la mano, que venía 4 poner su queja

—Niña, dijo á Alex con aire taimado, M

¡suelito, Carlitos y Adolfo me han puesto como sopa. ... He podido quitarle á Carlitos este jarro, pero los otros se han escondido. Máximo lo tomó, púsolo sobre la mesa de imbre y dijo sonriendo 4 Alex: —¡El cuerpo del delito! Mira, hija, agregó dirigiéndose á la chinita, hoy es día de guar- dar y están prohibidas las penitencias. Es mi santo y es carnaval,

Habló dos palabras con Albertito, quien alcanzando 4 la muchacha que se alejaba, le entregó algo que la consoló.

Enla larga mesa, debajo de los árboles y al lado del Ombú, tenía lugar el festín, Primoro- samente adornada por Alex y Eugenia, apa- recía como un enorme canasto de flores, tni- das por lazos rosados. Hahíase traído junto con el champagne de la Atalaya, las flores de sus jardines y de sus invernáculos, que aque- llas habían entremezclado 4 sus flores sen= cillas,

Se comía con gran apetito y se charlaba con animación.

La alegría de Alex se comunicaba siempre 4 los demás, porque no era la común que nace y muere en la fiesta, para ser reemplazada por el mal humor y el aburrimiento; la ale- gría de Alex nacía de sí misma, estaba en su jaterior y sonreía lo mismo en la obscuridad