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DE DIÓGENES LAERCIO.

llamó tirano de breve tiempo; Platón, prerrogativa de la Naturaleza; Teofrasio, tácito engaño; Teócrito, daño de marfil, y Carnéades, reino sin guardas.

10. Preguntado en qué se diferencian los sabios de los ignorantes, respondió: «En lo que los vivos de los muertos.» Decía que «el saber, en las prosperidades, sirve de adorno, y en las adversidades de refugio. Que los padres que instruyen a sus hijos son preferibles a los que solamente los engendran; pues éstos les dan la vida, pero aquéllos la vida feliz»[1]. A uno que se gloriaba de ser de ciudad grande, le dijo: «No conviene atender a eso, sino a si uno es digno de una gran patria.» Preguntado qué cosa es el amigo, respondió: «Un alma que habita en dos cuerpos.» Decía que «unos hombres son tan parcos como si fuesen eternos, y otros tan pródigos como si luego hubieran de morir». A uno que le preguntaba por qué con los hermosos conversamos más largo tiempo, le dijo: «Esa es pregunta de ciego.» Preguntándosele qué ganancia finalmente le había dado la filosofía, respondió: «Hacer espontáneamente lo que otros hacen por miedo de las leyes.» Preguntado asimismo de qué modo aprovechan los estudiantes, respondió:

  1. Los atenienses tenían una ley particular que eximía de sustentar a sus padres a los hijos que no hubiesen sido adoctrinados en algún arte o ciencia por sus padres. Parece que si esta ley estuviese actualmente en uso, podría no ser útil en muchas ocasiones para corregir la desidia de muchos padres en la instrucción de sus hijos e hijas.