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se venden en nuestras ferias y mercados pagando un pequeño derecho? No puede florecer la agricultura, si el interés, que es su primer móvil, no se satisface: y si el estado de labrador no se honra y venera despreciando la vana presuncion que hace rebajar el mérito y nacimiento de un individuo que se dedica á cultivar la tierra." "Tal es, desgraciadamente, el estado de la agricultura en Francia; esto nos manifiesta claramente porque se avergüenzan tantos jóvenes con la sola idea de tener que agarrar la esteva como sus padres, y vienen á las grandes poblaciones á buscar á cualquier precio que sea, á espensas á veces de su felicidad, una ocupacion que les dé mas realce á los ojos de la sociedad. De cuarenta años á esta parte han llovido condecoraciones, honores y distinciones de toda especie sobre todas las clases del Estado y particularmente sobre la militar y ¿qué es lo que se ha hecho para honrar la aguicultura? Nada, ó tan poco que no merece se haga mencion de ello. Y no se diga que esto es porque faltan poetas, oradores y sabios que elogien las dulzuras de la vida campestre y la honrosa ocupacion de la cultura de los campos; pero no es lo mismo escribir pomposas poesías que dedicarse ellos mismos ó sus hijos á este arte eminente por excelencia. Si es cierto, como decia Enrique IV, que pastos y labranza son las dos ubres del Estado, este es, á su vez, una robusta vaca que quieren y saben ordeñar de un modo mas fácil, menos penoso, y sobre todo menos oscuro.

POBREZA DEL CULTIVADOR. ¡Pobre agricultor! ¡Pobre agricultura! dice un adagio antiguo. En casi todos los paises, salvo algunas pequeñas escepciones, los grandes propietarios no cultivan por sí mismos las tierras, arrendándolas á hombres que, desposeidos de bienes de fortuna, se hacen arrendatarios para proporcionar para sí y sus familias la precisa subsistencia que