DIARIO DE UNA COMEDIANTA 137
Lunacharsky se ruborizó, y me dijo:
—Hago todo lo que puedo por el bien gene- ral. Procuro realizar un gran sueño.
—Y los otros, ¿qué procuran?
No me respondió.
A 10 de Junio.
Todos los días se abre una nueva Casa de Co- misiones.
Son de los nobles arruinados que venden—y de seguro a vil precio—sus objetos y los de sus amigos.
A veces se encuentran alli cosas muy deli- cadas.
Y con frecuencia también algunas mediocres y hasta falsas,
Ninguna pericia es posible, ninguna evalua- ción razonable. Todo cuadro que representa una construcción italiana cualquiera, se convierte en un Canaletto.
Si se diera crédito a todo el mundo, llueven los Rubens y los Van Dyck... Se les señala con toda clase de precauciones misteriosas, para evi- tar el saqueo.
En casa de la esposa de un general que fué ilustre vi una gran tela pintada—un pseudo Bou- cher—que representaba un hombre y una mujer vestidos con trajes de la época de Luis XUII, muy recargados de color y cuyo sólo aspecto