Página:De Madrid a Nápoles (1878).djvu/490

Esta página ha sido corregida
454
DE MADRID A NAPOLES

Templos, frente por frente de la Puerta del Popolo, es el célebre Corso, la gran arteria de Roma, su boulevard, que dirian los franceses; por el cual se va rectamente al Capitolio. La calle de la derecha, Via di Ripetta, conduce al Tiber, á San Pedro, al Vaticano. La calle de la izquierda, Via del Babuino, por donde nosotros hemos tomado, pasa por la Plaza de España, y conduce al Quirinal. — ¡Qué nombres!... vuelvo á decir.

En medio de la Plaza del Popolo se alza un arrogante Obelisco de 112 pies de altura y de 3,500 años de edad, traido de Heliópolis á Roma por Augusto para que adornase el Circo Máximo , y trasladado por Sisto V al lugar donde hoy se halla. — Hé aquí la historia del mundo cifrada en las aventuras de un pedazo de granito! — Hace dos mil años llegan los Romanos á Egipto: encuentran un mundo, una civilizacion , una religion agonizantes: ven este Monumento (cubierto de geroglíficos no traducidos todavía) á la puerta de un Templo en que se adora al Sol : lo arrancan de su base y lo trasportan á las orillas del Tiber: aquí preside las fiestas del Imperio y asiste á la muerte de otro mundo, de otra civilizacion, de otra religion, que tambien agonizaban; y hoy, es decir, ayer, hace trescientos años, un Pontífice de otra religion saca el obelisco egipcio de entre las ruinas de la Roma de los Césares ; lo levanta sobre un pedestal adornado con cuatro Leones , que son otras tantas fuentes de agua cristalina, y lo corona con la Cruz. — Asi está hoy, destacando su gallarda mole y el Signo de la Redencion sobre la faja de cielo delimitada por el Corso. — ¿Cuál será su porvenir? — ¡Yo diria que estos Obeliscos simbolizan el tiempo , por el cual pasan tambien , como frágiles olas, generaciones, razas, pueblos y religiones!

En los hemiciclos que forma la Plaza se ven Columnas, Estátuas y Fuentes monumentales.— Una de estas Fuentes representa á Roma, alzándose sobre una Loba que da de mamar á Rómulo y Remo. — A la izquierda se descubren las grandiosas rampas que suben al Monte Pincio, paseo favorito de los romanos, al cual se dirigían en aquel momento centenares de carruajes. Finalmente, cerca de la Puerta se halla la Iglesia de Santa María del Popolo (y con esta son tres las que encierra la Plaza), uno de los Templos más frecuentados por los devotos y por los viajeros.

Todas estas cosas las he observado con algun detenimiento , á causa de haber tenido que parar la silla de posta en aquel magnífico peristilo de la Ciudad por antonomasia, mientras que los empleados de las Aduanas Pontificias mantenian con Caballero un amistoso diálogo acerca de nuestros pasaportes y nuestros equipajes.

¡ Ya era tiempo ! Hasta aquel instante no habíamos tropezado con la frontera romana, lo cual me traia muy preocupado; pues no habia acertado á discernir si semejante abandono favoreceria ó impediria nuevas invasiones de los piamonteses.

Por lo demás, el diálogo de mi amigo y los aduaneros terminó en una moneda de plata, mediante la cual nuestras maletas han permanecido cerradas y nuestros pasaportes se han ilustrado con una nueva nota.