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DE MADRID A NAPOLES

el estilo, y muchas muy diferentes; pero todas misteriosamente relacionadas con su dicha.

¡ Oh amor , egoísta amor ! ¿Qué es para ti el universo?

De las preguntas que le hacen á Jussuf y de las contestaciones de éste, no digo nada. — Seria cuento de nunca acabar.

Son las ocho y cuarto.

Salimos de un largo Túnel, abierto en una alta montaña.

Nos acercamos á Siena.

Siena, como otras muchas ciudades que no conozco, reviste en mi imaginación una forma poética, cuya lenta composición me seria muy difícil explicar. Para mí, Siena (Sena en español ; y de aquí el que digamos Santa Catalina de Sena para nombrar á la seráfica escritora hija de esta ciudad); Siena, digo, es una triste y viejísima capital de perfiles góticos (cosa rara en Italia), monumento vivo de la Edad Media, y esqueleto, por- decirlo así, de la gran República gibelina que venció á Florencia en aquella descomunal batalla de Campo Aperto de que habla Dante :


che fece l'Arbia colorala in rosso...


Mi imaginación ve también en Siena la patria de la infortunada Pia di Tolomei, de aquella hermosa tercianaria á quien encontró el mismo Dante en el Purgatorio , y de cuyos labios oyó estas melancólicas palabras :


ricorditi di me, che son la Pia:
Siena mi fe' : disfecemi Maremma...


Las Marismas (le MaremmeJ son unas lagunas, de que habré de hablar más adelante, que producen la malaria, azote del país que recorreremos para llegar á Roma.

Siena me recuerda también (siempre con auxilio de Dante) á aquel terrible aristócrata, Farinata de gli Uberli, que le preguntó al Poeta en el Inferno:


....¿Chi fur gli maggior tui?
¿Quiénes fueron tus mayores?


(Farinata era el jefe del partido gibelino de Florencia y se refugió en Siena con todos sus secuaces, perseguidos por el partido güelfo. — Dante, gibelino como él , y desterrado también de Florencia. lo retrata con este magnífico rasgo :


Ed ei s'ergea col petto , e con la fronte,
come avesse lo inferno ni gran dispitto.


Este condenado que se muestra tan erguido y como despreciando el infierno en que se halla, es indudablemente una de las más bellas figuras imaginadas por el autor de la Divina Comedia.