Página:De Madrid a Nápoles (1878).djvu/145

Esta página ha sido corregida
129
DE MADRID A NAPOLES

en mi barca (pegada como una sombra á las peñas de la isla), ovendo cantar á las hijas del señor conde, á las cuales conozco va en la voz; y, en verdad les digo á ustedes, que aquello valia la pena de ser oido por alguien que no fuese un pobre pescador como yo soy...

¿Conoceis las novelas de Jorge Sand?—Ahora soy yo quien habla : y me dirijo á vosotros, lectores mios.—¿Conoceis á Consuelo, á Lelia, Los dos amores... sobre todo Los dos amores? ¿No es verdad que al oir á este barquero de quince años, bello como un Apolo y medio desnudo como él, hablar de música y de condesas con tan fogoso entusiasmo, en el seno de una naturaleza tan ardiente y esplendorosa, cree uno ver realizarse los más apasionados ensueños de aquella ilustre poetisa, ó repetirse las más deliciosas aventuras de aquella especie de don Juan con faldas?

¡Oh! ¡Jorge Sand!'—El, ó sea ella, vivió mucho tiempo en las orillas de este lago, y colocó aquí la accion de muchas obras suyas...—¡Qué lástima de que tan gran poeta fuera mujer, ó de que tan hermosa mujer fuera poetisa, ó de que la poetisa no hubiera sabido morir á tiempo, antes de que la edad ajase su hermosura y la obligase á vestirse de nuevo por la cabeza! —Yo, de niño, he sido fanático admirador de Jorge Sand, como del ser más libre, más gracioso y más elocuente de nuestros tiempos...— Pero yo lamentaré siempre el haber llegado á saber que Jorge Sand es hoy una respetable anciana de cincuenta y siete años, que vive en prosa y con guardapiés en el fondo de un pueblo de provincia...

—;Con qué razon dijo nuestro insigne Quintana :

¡Muera más bien que envejecer la hermosa!

Pero escuchemos al pescador.

Isola Bella é Isola Madre eran hace doscientos años dos áridas rocas completamente despobladas. En 1670, el conde Vitalio Borromeo las cubrió de tierra y construyó el palacio de Isola Bella y los jardines de una y otra isla. Desde este tiempo, todos los Condes se han afanado por hermosearlas, trayendo á ellas plantas y flores de lejanos paises y estátuas y cuadros de sus palacios de Turin y de Milan.—Aquella otra isla que ven ustedes cubierta de casas, se llama Isola dei Pescatori. por ser propiedad de los pescadores del lazo, y constituye un pueblo con su iglesia, sus autoridades y todo lo demás que hay en los pueblos, menos un palmo de terreno en que plantar un árbol. En l'Isola dei Pescatori no crecen otras plantas que las que cada uno cuida en las macetas de su terrado. Las casas nos dejan apenas lugar para tender las redes al sol á fin de que se sequen.—En fin, aquella otra isla, llamada de San Giovanni (San Juan), que ve usted allá lejos, en frente de Pallanza, es tan pequeña que bastan ¿ llenarla una capilla, una casa y un jardin. Toda ella ha pertenecido hasta ahora á los canónigos de Pallanza; pero hace pocos meses la ha comprado el conde Borromev.—(En el lugar por donde vamos vogando en este ins- tante, ten:lrá el lago setecientos pies de profundidad.) —Los condes Bor-