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pequeño secreto. Disimulado "como quien no hace nada". No estaba bajo el dominio de su yo el que le diera un fuerte golpe el corazón, de manera que, robándole primero la sangre de la cara, devolviéndosela luego en violenta afluencia, apresurara el ritmo en extraña para los demás y conocida para él taquicardia emotiva. Perdía el control de este caprichoso órgano, cuyo sentido espiritual perdió terreno con el avance del tiempo: cincuenta años antes presidió las actitudes amorosas o los altos grados anímicos de emoción; ahora, hondamente incomprendido, se anima ante bajos cambios de la normalidad. Una vulgar y real alegría que desequilibra todo el sistema circulatorio, por la sola pequeñez de encontrarse un sucre —papel— entre el polvoriento empedrado de la calle. Aquel pequeño conglomerado azul era una simple deyección bancaria, representante del valor de una serie de necesidades a satisfacer por cien centavos.

Nuestro Teniente se había puesto pálido y rojo como ante una mujer. Porque eso representaba en él un triunfo incalculable; el triunfo del que tuvo los zapatos sucios y el bolsillo vacío.

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