partió el diablo sin atormentarle de ningun otro modo.
Volvió á la ciudad, se puso un magnífico vestido de terciopelo, y subiendo á un coche tirado por cuatro caballos blancos, se hizo conducir á casa de su prometida. Nadie le conoció; el padre le tomó por un oficial superior y le condujo al cuarto donde se hallaban sus hijas. Las dos mayo.res le hicieron sentar á su lado, le sirvieron una escelente comida, declarando que no habian visto nunca un caballero tan buen mozo. En cuanto á su prometida, estaba sentada en frente de él con su vestido negro, los ojos bajos y sin decir una palabra.
El padre le preguntó por último si queria casarse con alguna de sus hijas, y las dos mayores corrieron á su cuarto para vestirse, pensando cada una de ellas que seria la preferida.
El forastero se quedó solo con su prometida, sacó la mitad del anillo que llevaba en el bolsillo y le echó en un yaso de vino que la ofreció.
Cuando se puso á beber y distinguió aquel fragmento en el fondo del vaso, se estremeció su corazon de alegría.
Cogió la otra mitad que llevaba colgada al cuello la acercó á la primera, uniéndose ambas exactamente.
Entonces él la dijo:
—Soy tu prometido, el que has visto bajo una piel de oso; ahora, por la gracia de Dios, he recobrado la figurahumana y estoy purificado de mis pecados.
Y tomándola en sus brazos, la estrechaba en ellos cariñosamente en el momento mismo en que entraban sus dos hermanas con sus magníficos trajes; pero cuando vieron que aquel jóven tan buen mozo era para su hermana y que era el hombre de la piel de oso, se marcharon llenas de dis-