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Cuentos de Grimm.
su lado junto á la laguna: echándose despues de bruces comenzó á beber, más sin querer tropezó en las piedras que rodaron hasta llegar al fondo. Al verlas desaparecer, dió un salto de alegría, y con las lágrimas en los ojos agradeció á Dios haberle librado de aquella carga tan incómoda, sin que fuese culpa suya.
—No hay bajo el sol, dijo, un hombre mas afortunado que yo.
Y sin carga pinguna, con el corazon mas ligero que las piernas, continuó su camino hasta casa de su madre.
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