Página:Cuentos cortos por Segundo Huarpe (1922).pdf/81

Esta página ha sido corregida
77
Cuentos cortos

hecha ya alguna fortuna, vendió su comercio y se hizo procurador.

Achaques de la edad — pues que ya frizaba con los sesenta — hiciéronle dejar la procuraduría, y fué entonces que se dedicó a negocios de usura. Solterón y avaro, fué odiado por todos.

Había en Pueblo Viejo, barrio que Vds. conocen, una honrada familia que las desgracias fueron precipitando en la ruina y la desesperación: la tisis fué haciendo en ella estragos, y de todos sus miembros sólo se salvó el jefe, un fuerte anciano.

Las necesidades imprevistas, el abandono de los propios intereses exigieron los préstamos del usurero — que llamaremos Castro — los que sólo sirvieron para acelerar el desastre. Cuéntase que el anciano, antes de abandonar la casa donde viera desaparecer a todos los suyos, para entregarla al prestamista, como el último despojo, le dijo: "Y aparézcasele a Vd. el padre Castro!".

Hay en Pueblo Viejo una pequeña iglesia, vetusta, al lado de la cual se alza una grande, no techada aúndestinada a desempeñar más tarde las funciones de la otra, derruída y diminuta. Existía en esta última una reliquia — que yo alcancé a ver—: un ataúd que encerraba el cuerpo de un padre Castro, inhumado allá por un ciento de años, más o menos, y cuyas vestiduras sacerdotales, y el cuerpo mismo del padre, se conservaban intactos. Cuando se dió en el hallazgo de estos restos mucho se habló y diéronse las gentes a pensar en un milagro de santidad, ya que el padre Castro fué dechado de ejemplares virtudes.

En la sazón de la maldición del anciano, estaba ileno el barrio de "apariciones" del padre Castro. Se de-