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LEOPOLDO LUGONES

del ambiente. Pero, ¿no hay algo que se mueve bajo los árboles desnudos, allí, cerca del rancho, al amor de la perezosa resolana? Diríase que son la muchacha dueña de casa y un mozo, que de seguro no pertenece a ésta. Tomados están de las manos, y parece que respetan el vasto silencio de las campiñas, pues no hablan. No hablan, porque tienen los labios ocupados en una deliciosa ocupación. Usted, señorita, creerá que se están besando. Yo no lo sé; pero es lo cierto que los viejos árboles, quienes, no obstante su grave aspecto, sienten la inquietud del extemporáneo calor, á la muchacha, que acaba de apoyarse en ellos distraidamente, los viejos árboles le han cubierto las manos de besos en forma de florecillas rosadas.

Y este año ya no habrá frutos... es decir duraznos, a los menos...


DIRECTORES:
ERNESTO MORALES Y LEOPOLDO DURÁN