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CRÓNICAS
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ideas recibí un cablegrama de Europa, firmado por Mr. Andrew Carnegie, diciendo que los oficiales españoles estaban ansiosos de que atacásemos la plaza de la Habana, porque ellos sabían cuán bien fortificada se hallaba y las facilidades que tenía para defenderse. En el mismo despacho, aquel patriótico filántropo, sugería que se tomase a Puerto Rico primero, porque eso causaría gran efecto en Europa. Yo puse todo este asunto en manos del presidente Mac-Kinley y de su Gabinete.>> Rendido Santiago de Cuba, y sin más dilación, reunió las fuerzas que había lle- vado de Charleston para reforzar el Ejército de operaciones en Cuba, y que no hubo necesidad de desembarcar, y con ellas hizo rumbo a las Cabezas de San Juan, pri- mero, y a Guánica dos días más tarde. Su plan de invasión y de campaña, así como sus operaciones en esta isla, me he permitido discutirlos libremente y en un plano de absoluta imparcialidad. Yo he sen- tido, desde hace mucho tiempo, honda admiración y simpatía por este caudillo va- liente, noble, sagaz, y tan amante de la verdad, que siempre la dijo frente a todas las conveniencias y de las más elevadas personalidades. Su manera de conducir la guerra en Puerto Rico debe servir de modelo a los futuros generales. Más tarde, cuando regresó a Washington, no se dejó seducir por las alabanzas que le tributaron sus conciudadanos y toda la Prensa de su país, sino que alzó su voz, haciendo públicas todas las faltas, torpezas y deficiencias experimentadas durante la guerra hispanoamericana. En 1902 fué a Filipinas en el desempeño de una comisión oficial, y a su regreso, sus revelaciones referentes a los abusos cometidos en aquellas islas por el Gobierno militar, hicieron surgir gran controversia, que duró mucho tiempo. En 1900 había obtenido el empleo de teniente general, y al siguiente año fué pú- blicamente reprendido por el secretario de la Guerra con motivo de haber hecho manifestaciones públicas, aprobando el report de Davis en el caso del almirante Scheley. Ha publicado varios libros y desempeñado diversas comisiones científicas, y ac- tualmente, ya retirado de servicio, desde 1903, por todos querido y por todos res- petado, vive en la ciudad de Washington. TENIENTE GENERAL D. RICARDO ORTEGA Y DÍEZ Nació en Madrid el día 10 de agosto de 1838, y en 18 de noviembre de 1853. ingresó como cadete en el Colegio de infantería, siendo promovido a subteniente el 15 de diciembre de 1856, con destino al batallón Cazadores de Segorbe, acanto- nado en El Pardo. En abril de 1859, y formando parte de Cazadores de Chiclana, y en el segundo Cuerpo de Ejército, embarcó para África con el Ejército expedi- cionario.